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lunes, 1 de noviembre de 2021

¿Qué pasa en nuestras organizaciones sociales (ONGs)? 

                                                                      

Cuando hablamos de ellas nos referimos a Cooperativas, Sociedades de Fomento, Mutuales, Clubes, Centro de Jubilados, Cooperadoras escolares, Bibliotecas populares, etc., es decir, todas las organizaciones que no tienen espíritu de lucro o también las pertenecientes al sector social de la economía. También con sutiles diferencias se nuclean en el tercer sector dela economía, que no es el sector privado de las empresas y organizaciones dirigidas y orientadas a conseguir beneficios económicos para sus propietarios o accionistas, ni tampoco el sector público, en el que están todos los organismos que dependen del Estado y que se encaminan a dar servicios a la ciudadanía. Estamos en presencia entonces en un sector que se puede denominar de “·economía solidaria”. Esto no implica que algunas instituciones de este sector, por razones éticas, morales, etc. podemos considerarlas “non sanctas” pues desvirtúan a través de sus dirigentes el sentido social para el cual debieron ser creada y son utilizadas para fines personales o corporativos.

No dirigimos este artículo a las mismas, ni a sus directivos, ya que enlodan el quehacer de las loables.

Para ellas debemos hacer un balance a partir de la pandemia. Una radiografía rápida nos permitirá advertir lo siguiente:

1.-Casi todas ellas han estado durante bastante tiempo cuasi cerradas o más que parcialmente cerradas.

2.- Han perdido el contacto con sus asociados y casi se puede decir que como en las organizaciones familiares, la virtualidad es imposible de reemplazar de manera efectiva el contacto humano.

3.- Obviamente han perdido ingresos y solo milagros, donaciones y ayuda de Municipios, etc. hizo posible que muchas pudieran mantenerse, pero también varias han cuasi-desaparecido. La solidaridad en estos casos se ha incrementado para tenerlas vivas.

4.- Muchas Comisiones directivas han quedado marginadas de la actualización de sus estados contable, personas jurídicas, etc. y han quedado en el 2019, con lo cual, con balances negativos, y desactualización de sus carpetas bancarias, han perdido la posibilidad de créditos dentro del sistema financiero. Por lo tanto, se han detenido inversiones, reformas, proyectos, refacciones, etc.

5.- Decenas de dirigentes mayores de edad (especialmente en los centros de jubilados) se han perdido en el camino por distintos motivos: fallecimiento (conozco entidades que han perdido presidente y vicepresidente en poco tiempo), enfermedades agudizadas por la pandemia, que hoy no les permiten actuar, cansancio por la poca participación de los asociados, enfrentamiento a problemas diversos que les han causado desgastes muy fuerte, asistencia a familiares por efectos de la crisis y el encierro por COVID, etc. Es decir, hay quedado diezmadas y desnudas de toda actividad.

6.- No hay renovación de dirigentes en las mismas por falta de un plan de incorporación de gente nueva, con inquietudes sociales (un mal de todo el país). Para completar requisitos estatutarios se incorporan asociados sin conocimiento, prestan su nombre para completar los cargos, etc. Es decir, no aportarán nueva fuerza. Por lo tanto, buscar gente para completar listas, hacer las Asambleas, etc. se ha convertido en una odisea. (Recordemos que Odisea es un viaje largo, plagado de aventuras y dificultades, o una sucesión de peripecias, en su mayor parte desafortunadas, que ha tenido que pasar alguien para llegar a un lugar o para lograr un objetivo. Odisea proviene del título del poema de Homero en honor a su protagonista, Odiseo, popularmente conocido según su nombre en latín: Ulises).

 

Con este panorama de las Entidades sociales, se quiebra el tejido social, se genera un cuello de botella preocupante y se baja el nivel de participación.

 

La CAF (Charties AID, Foundation) elabora desde hace 10 años un ´índice general de “Generosidad) y Argentina ocupa el lugar 74 entre 1145 países medido por encuestas Gallup, que incluye preguntas sobre donaciones, voluntariado y ayuda a desconocidos.

 

A todo ello debemos sumarle los indicadores de pobreza, cada vez

más agudizados, la inflación imparable, etc.

 

Es mucho lo que hay que hacer para reducir estos males y el desafío es tremendo, no solo para el ahora sino a mediano y largo plazo. Pero depende también en mucho, en esta tarea de reconstrucción, el trabajo conjunto de las sociedades civiles agrupadas en sus instituciones, los gobiernos que se preocupen por el bienestar de su pueblo, y la actuación de miles de ciudadanos que se incorporen a un proyecto común. 

 

 

El futuro está en esta participación y no es delegable, por ahora, en una clase política determinada que se preocupa más por sus intereses que por el bien común.

 

 

Cada vez más, está en nuestras manos desarrollar mecanismos de participación y dirección de organizaciones sociales para aportar al cambio que seguramente deberemos afrontar a partir de la pos pandemia, o más específicamente del “ahora”.

 

Si otro “mundo es posible”, debemos aportar nuestro granito de arena. Para ello se necesitan dirigentes de todas las edades que asuman responsabilidades en este proceso de cambio y no seamos meros espectadores del mismo. La participación ciudadana es lo único que puede hacerlo posible y las Organizaciones Sociales auto gestionadas son un excelente vehículo para ello. 

 

   “No hay viento favorable para el que no sabe dónde va” Lucio A. Séneca, nacido en Córdoba, España, y murió en el 64DC en Roma, capital del Imperio.

 

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