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En el año 1284 el famoso flautista de Hamelin, hizo desaparecer 130 niños, que jamás se volvieron a ver siguiendo al flautista misterioso. Este cuento/leyenda de los hermanos Grimm se basa en un cazador de ratas que podía ahuyentar a las mismas mediante su mágica flauta. Dada la epidemia de peste bubónica que azotaba a la población, por esa época) ocasionando gran número de muertes, la alcaldía decidió contratarlo para ahuyentar a las ratas y así eliminar la epidemia. En ese entonces se creía que eran las ratas las propulsoras de tal epidemia cuando en realidad era una bacteria hospedada en las pulgas colonizadora de las ratas. El contrato, económicamente era muy importante, con la condición que el flautista con su flauta llevara a las ratas hasta el rio para que se ahogaran y así eliminar la epidemia. Llegada la hora de cobrar (promesas vanas de un amor lejano…..Tango Naranjo en flor de Homero y Virgilio Expósito) el alcalde solo le pagó alrededor de una 10% de lo prometido, es decir una miseria.
El flautista, decepcionado y engañado, decidió vengarse y aprovechando que el domingo los adultos estaban en la iglesia, comenzó a tocar su flauta y 130 niños lo siguieron. El flautista los llevó hasta una cueva desapareciendo para siempre.
Esta leyenda se ha convertido en una expresión para aludir a cualquiera que atrae seguidores mediante su carisma o falsa promesas y también sugiere un símbolo de esperanza del pueblo, en este caso de Hamelin, porque el flautero se lleva las ratas.
Esta es una leyenda que no solo podría ocurrir, sino que ocurre hoy en la realidad. Generalmente surge un flautista (o personaje) misterioso que atrae con mentiras o promesas vanas, cuando en realidad es el Alcalde (de grupos económicos o vedettes del poder), que termina/n llevando agua para sus molinos, dejando a los pueblos en ruinas, desolados y empobrecidos. Hasta que la fe en el flautista se diluye, desaparece y los pueblos, entonces, se sublevan, aunque lo hagan desordenadamente y quizá hasta, caóticamente.
Varios países de América Latina, Europa y otros, son dirigidos por “sirenas” que con sus cantos melodiosos atraen hasta el abismo a pueblos que creen en “pociones mágicas” para resolver sus problemas de bienestar.
Estas subjetividades, fe ciega sin basamento alguno, emocional, llevan a creer en estos personajes, que invariablemente son sometidos y olvidados. Para ello necesitan gente sorda, ciega y muda, capaz de aguantar hasta su límite de resistencia y olvidando la necesidad de su participación ciudadana para cambiar el estado de cosas.
Las clases medias, con los conocimientos más altos, no acceden a la economía ni a los cargos más altos de la sociedad, menos aún las clases bajas y la educación ya no conforma una plataforma de ascenso social.
Quizás, como el gobierno de Albania, habrá que nombrar a una ministra creada con Inteligencia Artificial para combatir la corrupción, como anunció el primer ministro Edi Rama, o pueda ser más justa en la redistribución de la riqueza, por no tener compromisos ni dependencia con una clase dominante.
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