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viernes, 2 de diciembre de 2022

El hipercapitalismo y la democracia

El hipercapitalismo y la democracia

El capitalismo ha ido mutando y entra en una nueva fase, sobre todo a partir de la guerra de Rusia/Ucrania , la pandemia y postpandemia. Podemos denominar a esta nueva fase como hipercapitalismo. A ello unimos el tema de los cambios en los mecanismos de trabajo, por ejemplo, el teletrabajo como forma predominante o trabajo remoto, con la mutación que esto produce en las personas que permite disponer del tiempo en forma más personalizada y utilizarlo más adecuadamente. Nos daremos cuenta de, de esta manera, que la utilización del tiempo pasa a tener otra entidad. Al mismo tiempo este hipercapitalismo toma al tiempo como forma de rehén y lo encadena al trabajo. Todo se convierte de tal forma que lo podemos subsumir, es decir, considerarlo como parte de un conjunto más amplio o como caso particular sometido a un principio o norma general. Por lo tanto, el tiempo, que es algo que no se puede ahorrar, depositar, guardar, y donde las 24 horas del día es la variable más socializada, ya que todos disponemos de la misma cantidad, se convierte en la “enfermedad del rendimiento”.  El tiempo laboral deviene en tiempo total.

Ya los trabajadores no tienen tiempo para militar en sus sindicatos (que son tomados por personajes o grupúsculos corruptos o engendrados en el poder por décadas) , y las PyMEs no tienen tiempo para participar en sus cámaras, por lo tanto, el nivel de participación en la sociedad, para a ser nulo. La no participación hace que desde el punto político se deposite entonces la posibilidad de dirigir en solo la oportunidad de delegar en personajes o grupos políticos que nos venden que están a disposición de resolver nuestras dificultades, pero en realidad coartan nuestra libertad, prometiéndonos un futuro mejor.

Todo se limita a producir, pero al decir de Atahualpa Yupanqui; “unos trabajan de trueno y es pa`otros la llovida”. Sin darnos cuenta, la explotación se intensifica y se reduce a muchas horas de trabajo y menos salario real. Conclusión: nos rebañizamos y pasamos a convertirnos en un algoritmo. 

 

Concomitantemente nos venden la palabra “democracia” (ampliamente bastardeada) como mecanismo de libertad, cuando es todo lo contrario: Nos espían por todos los medios tecnológicos (celulares, tarjetas, apps, TV, la SUBE, tarjetas de débito o crédito, etc., consolidados en fabulosos centros de concentración de esa información. Saben entonces que consumimos, cuáles son nuestros gustos, nuestras necesidades y tendencias culturales, políticas, sociales, de consumo, etc.

Dónde está la democracia entonces si finalmente no se centra en la utilización del poder y su forma de ejercerlo bajo otras premisas. Así podemos decir que la única acepción posible, es la de convertirse en dictadura. Democracia es participación del pueblo en el gobierno y allí si podemos considerarlo como un mecanismo sincero y verdadero del gobierno “del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”, que se reduce por los hechos señalados anteriormente a poner una papeleta en una urna para elegir representantes de una clase política por 4 ó 5 años, que aúna connivencia de sus propios intereses y la de los grandes centros de poder nacionales e internacionales con los cuales comparten el producto de la explotación de los distintos estratos sociales.

Cuanto más se delega en esos representantes menos democracia hay, todo pasa a ser una forma estructural que relega a la población a meros espectadores de su vida, llena de vicisitudes. Las democracias restringidas como la que terminamos de definir se convierte en presa de las tendencias fascistas.

 No hay democracia si no hay poder de la mayoría, porque dentro de este sistema hipercapitalista las democracias restringidas favorecen únicamente a las minorías dominantes.

¿Cuál es la alternativa, donde está el edén que nos ofrecen? ¿Será ésta la última fase del capitalismo salvaje que nos toda vivir?

 

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